¡Hola!:
Hoy me siento poético. Por eso os enseño dos poemas famosos del poeta Dámaso Alonso.
Para que disfrutéis todos vosotros:
¡Oh terso claroscuro del durmiente!
Derribadas las lindes, fluyó el
sueño.
Sólo el espacio.
Luz y sombra, dos ciervas
velocísimas,
huyen hacia la fontana de aguas frescas,
centro de
todo.
¿Vivir no es más que el roce de su viento?
Fuga del viento,
angustia, luz y sombra:
forma de todo.
Y las ciervas, las ciervas
incansables,
flechas emparejadas hacia el hito,
huyen y huyen.
El
árbol del espacio. (Duerme el hombre)
Al fin de cada rama hay una
estrella.
Noche: los siglos.
Y he aquí la continuación del anterior:
...El árbol del espacio. Duerme el hombre.
Al fin de cada rama hay una
estrella.
Noche: los siglos.
Duerme y se agita con terror:
comprende.
Ha comprendido, y se le eriza el alma.
¡Gélido
sueño!
Huye el gran árbol que florece estrellas,
huyen las ciervas de
los pies veloces,
huye la fuente.
¿Por qué nos huyes, Dios, por qué
nos huyes?
Tu veste en rastro, tu cabello en cauda,
¿dónde se
anegan?
¿Hay un hondón, bocana del espacio,
negra rotura hacia la
nada, donde
viertes tu aliento?
Ay, nunca formas llegarán a
esencia,
nunca ciervas a fuente fugitiva.
¡Ay, nunca, nunca!
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